Tarde de magia que acentuada con la lluvia se hizo noche, se hizo madrugada y finalmente nos alcanzo el amanecer…
No creo en la casualidad, en su lugar me aferro a la causalidad que provoca la elección consciente del encuentro, de hacer mi voluntad y de abrazar el cambio conforme se presenta, de no negar un camino hasta recorrerlo, de acelerar sin miedo al impacto, al contrario.
Un 30 de mayo empezó, igual que un 19 de julio, con la lluvia de fondo, una platica, una mirada, un momento de experiencia y emoción cómplice de secretos compartidos no sin el temor que implica saltar.
Saltamos, el beat de fondo, las sombras y la euforia del baile, testigo del sin temor al cansancio… toda la noche, cuanto se quiera.
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A.